jueves, 11 de agosto de 2011

No aprendieron la lección de 2008....

Cito el siguiente texto.

Es una opinión de un conocido periodista del ámbito económico.

Resumen: Ante la crisis los inversores fluyen a hacia los "Safe Heaven"... que tampoco parecen serlo tanto. Cuestiones de fondo sin resolver. Sobreendeudamiento de países. Salida al sobreendeudamiento público de países grandes (EEUU,FRANCIA,ESPAÑA,ITALIA). Incapacidad de los políticos para resolver las cuestiones de fondo económicas de la crisis.

Por: Jorge G. Herrera

Se creía que una vez resuelto el debate por el techo de la deuda norteamericana, los mercados se calmarían. Lejos de ello, tienen la peor racha desde 2009. Es que a diferencia de lo sucedido en crisis anteriores, las Bolsas se enfocaron en el problema de fondo, que es la deuda, y no en las negociaciones o los acuerdos sobre cómo financiarla o incrementarla.

La realidad muestra que los mercados se han posicionado frente a una economía norteamericana que se desinfla y, por ende, tendrá menos capacidad para afrontar su enorme endeudamiento.

Los políticos intentan echarles la culpa a los especuladores del derrumbe. Pero los mercados están castigando la incapacidad de los dirigentes para poner en marcha soluciones de fondo al problema de la deuda. El lamentable espectáculo del Congreso norteamericano, y el de los políticos europeos que siguen pateando el problema de la deuda periférica hacia adelante, es lo que está detrás de las caídas. Por eso no es de extrañar que el jueves pasado, ante la inocua conferencia de prensa del BCE, los mercados se desplomaran.

La evidencia es que las economías van a crecer menos y, a la vez, tienen que seguir reduciendo su deuda. Una deuda que en 2007 estaba en la banca y que ahora, en una parte, se trasladó a los Estados soberanos y en otra parte sigue estando en la banca, la cual, además, financia a los Gobiernos. Los mercados se dieron cuenta del «círculo vicioso» de la deuda, es decir, de que el combo de una deuda excesiva con un bajo crecimiento de la economía conduce a situaciones muy complejas y requiere, por parte de las autoridades, decisiones difíciles e inteligentes. Ambas cosas han brillado por su ausencia hasta ahora. Más bien, lo que han hecho es seguir el fallido modelo de 2008 de tirar la pelota afuera y ganar tiempo.

Lo que está pasando con la deuda soberana hace recordar mucho a lo que pasó en la banca en 2008, y lo que ahora ocurre en las Bolsas recuerda mucho a lo sucedido tras la quiebra de Lehman. Por desgracia, las lecciones de aquellas crisis no parece que estén sirviendo para abordar mejor la actual, la de la deuda soberana. Un ejemplo es la suba de las tasas por parte del BCE en julio, igual que en 2008. Con esa alza, el BCE agravó aún más la situación de las economías europeas hiperendeudadas y siguió por el camino equivocado de prestar más dinero a esas economías, pero sin reestructurar la deuda y sin abordar políticas pro crecimiento. Ese camino conduce de forma inevitable al default de algunas economías europeas (no sólo de la griega) o a la ruptura del euro o ambas cosas a la vez. Por eso, el acuerdo de fin de julio de los líderes europeos sobre el segundo rescate a Grecia, aunque ya cambió el enfoque, no sirvió para nada, al centrarse sólo en Grecia.

Ha llegado la hora del juicio final. El BCE tendrá, como en 2008, que rectificar y bajar las tasas, y los políticos europeos tendrán que volver a reunirse para abordar de forma global la reestructuración de la deuda de la eurozona en su conjunto. Cargar al BCE con la responsabilidad de financiar a los tesoros de la eurozona no será la solución, porque ahora ya no es sólo Grecia; ahora se habla de España, Italia y Francia. Ésta es la verdadera dimensión del problema, cuya monetización, aunque en cierto modo inevitable, requiere bastante más talento que el hasta ahora mostrado por los políticos europeos.

En Estados Unidos, los políticos también deberán abordar soluciones globales al problema de la deuda soberana.

Ante el «problema de la gran deuda», una parte de la solución sería monetaria, o sea, inyectar dinero y generar algo de inflación. Pero con la solución monetaria no bastará. Por un lado, habrá que pagar durante cierto tiempo el precio de un menor crecimiento económico y, por el otro, habrá algo de lo que el mánager de PIMCO, Bill Gross, y otros llaman «represión financiera», es decir, una acción coordinada aunque no explícita de los Gobiernos obligando a los acreedores a aceptar tasas interés reales negativas o a aceptar, si son acreedores externos, devaluaciones de la moneda que impliquen pagar menos a los bonistas extranjeros.

En cuanto a los refugios que están buscando los inversores: los bonos alemanes y norteamericanos, el oro, el yen y el franco suizo suben día a día, hasta alcanzar precios de burbuja, alejados de sus valores fundamentales. Es una dinámica insostenible. Si el barco es único, y hay mar de fondo, todos se mueven, y ésta es otra de las lecciones de 2008.


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